En el sistema educativo español, uno de cada tres profesores tiene un contrato temporal y la interinidad supera el 40% en algunas Comunidades, aunque existe el compromiso de rebajar esta cifra al 8%. Los docentes se quejan de la incertidumbre que supone trabajar en estas condiciones, en las que se vuelve muy difícil hacer planes de futuro.
La interinidad supone acostumbrarte continuamente a un nuevo puesto, con lo que ello conlleva: nuevo ambiente, distintas herramientas, compañeros y superiores desconocidos… Es el día a día de muchos docentes, que ven cómo se tienen que adaptar al funcionamiento de un nuevo centro año tras año, para terminar abandonándolo cuando acaba el curso escolar.
Y eso en el mejor de los casos, cuando los interinos se encuentran en la parte superior de la bolsa y pueden acceder a plazas que duran todo el curso, porque hay otros docentes, con un puesto más abajo en las listas, que solo consiguen acceder a sustituciones breves, distanciadas en el tiempo unas de otras. Esto provoca que los profesores interinos se desanimen, busquen trabajo fuera del sector o se planteen incluso irse a trabajar fuera de España.
En España, el 32% de lo docentes son interinos y uno de cada tres profesores no universitarios perteneciente al sistema educativo público tiene un trabajo temporal. El sector educativo soporta el doble de temporalidad que el mercado laboral español, en el que la temporalidad se encuentra en torno al 15%.
Un periodo de incertidumbre
Muchos docentes viven la interinidad como un periodo de gran incertidumbre, ya que no conocen cuándo les van a llamar para trabajar ni a qué centro van a tener que ir. Esto se traduce en precariedad y peores condiciones en los centros educativos, ya que los profesores no pueden establecer un proyecto con cierta continuidad, ni les da tiempo a conocer a su alumnado y las peculiaridades específicas de cada alumno. Muchos docentes aseguran, por estos motivos, que los grandes perjudicados por la interinidad son los alumnos.
En el área de la Educación pública, un 55% del personal es funcionario de carrera, un 26% interino, un 18% personal laboral y un 1% se encuentra en la categoría de “otro personal”. Es una práctica habitual que se llame a los docentes para concederles un destino con el curso ya comenzado. En este sentido, los docentes interinos se quejan de que hay años escolares que trabajan unos meses y en otros el puesto corresponde a un curso entero. En otras ocasiones, en un mismo año escolar, pueden llegar a tener hasta cinco o seis destinos. Una situación que califican de “insostenible”.
Asimismo, renunciar a una plaza porque, por ejemplo, te pille muy lejos de tu domicilio, no es una opción porque “te expulsan sin paro ni prestación por desempleo. Es como irte de una empresa voluntariamente”, apuntan los docentes que se encuentran en esta tesitura. La situación de tener que desplazarse a un puesto que se encuentra a dos o tres horas de tu domicilio es habitual en algunas ciudades, lo que supone que el docente tenga que plantearse cambiar de domicilio para estar más cerca del centro de trabajo, ya que no resulta viable realizar desplazamientos de cuatro o cinco horas diarias.
Una situación mantenida en el tiempo
La alta temporalidad es una situación que se ha enquistado con el paso del tiempo. Los docentes incluso denuncian que ha ido a peor en los últimos años. En 2006 se consiguió rebajar el número de interinos al 8% y el empleo temporal se redujo en España al 10%. En 2008 se prohibió convocar oposiciones y sustituir las jubilaciones, y se echó mano de los interinos. Pero con la crisis se dejaron de convocar oposiciones y la interinidad volvió a ascender. En 2014 rozaba el 16% y hoy, casi una década más tarde, es del 32%, lo que significa que se ha duplicado en solo una década.
Estas cifras han hecho que Europa obligue a reducir la interinidad, lo que ha tenido como consecuencia que España esté inmersa en un proceso de estabilización en el sector. El Ministerio ha dividido las plazas a estabilizar en dos grupos. Por un lado, las que llevaban más de cinco años ocupadas por interinos, que se repartirán por concurso de méritos. Se calcula que en tres años deberían convocarse unos 125.000 puestos por este método. Y por otro lado, están las plazas que llevan entre tres y cinco años con un docente interino, que saldrán por concurso oposición.
El problema que observan los sindicatos es que el concurso es de libre concurrencia y cualquier interino tiene opción a ocupar un puesto, lo que reduce las oportunidades a los interinos que llevan incluso décadas trabajado para la Administración. Por este motivo, Educación ha primado la experiencia sobre la formación. De los 15 puntos que se pueden conseguir, la experiencia tiene un peso de casi la mitad de ellos, mientras que el resto es para la formación y otros méritos.
Al extenderse este sistema también al concurso oposición, los docentes con menos experiencia protestan al ver que no es viable acceder a una plaza por ninguna de las dos fórmulas previstas.
Objetivo: reducir la interinidad
En cualquier caso, los sindicatos han calculado que para reducir la interinidad al 8% habría que sacar 125.113 plazas en tres años, a cubrir entre oposiciones y concurso de méritos. Y no todas las Comunidades tienen el mismo número de interinos.
En el País Vaco, Navarra, Canarias, La Rioja y Aragón la interinidad se sitúa por encima del 40%, mientras que Extremadura, Andalucía o Madrid se encuentra por debajo del 30%.
En cuanto a la decisión de despedir a los profesores a final de curso para no pagarles el verano, algunos interinos han decidido lucharlo en los tribunales, como también están peleando la consideración de los trienios y sexenios como derecho exclusivo de los funcionarios de carrera.