Cuando nos surgen problemas, siempre pretendemos encontrar “buenos profesionales”. Si tenemos una dificultad jurídica, buscamos a un “buen abogado”.
Pero, me planteo… ¿qué implica ser “buen abogado”?. A mi juicio, desde mi humilde parecer, y salvo mejor criterio, creo que es el que cumple los siguientes requisitos:
1º.-Tener pasión por el desempeño de tu labor profesional. “Vibrar” por una resolución favorable y quedar “derrumbado” por una Sentencia desestimatoria. Sentir el derecho, sentir lo que haces.
Víctor Küppers, destacado conferenciante motivacional, señala, que:
«El valor de una persona se puede determinar con la fórmula:
(Conocimiento + Habilidad) x Actitud»
Como reflexiona Kuppers, la capacidad y la habilidad suma, pero la “actitud”, multiplica. ¿Cuántos asuntos dimos por perdidos y, sin embargo, terminamos ganando tras haber luchado de forma incansable?…
El esfuerzo, el ser positivos y el tener un nivel de entrega y compromiso alto por nuestros clientes y sus problemas, en buena parte de las ocasiones, nos ofrecerá resultados favorables.
Luís Galindo, también reputado conferenciante motivacional, nos enseña sobre este extremo:
“Pon todo tu corazón, toda tu alma y toda tu mente en todo lo que hagas, hasta en las cosas más sencillas. En ello reside el secreto del éxito”. (…) Llevo 33 años en la calle y no he conocido a nadie, que poniendo el corazón, le vaya mal (…)”.
2º.-Especialización. Sólo podrá ofrecer la mejor técnica el abogado que conozca perfectamente la disciplina jurídica en cuestión. Habrá materias generales, que no requieran de un plus de conocimiento, pero habrá otras muchas en las que se precise de conocimientos muy concretos.
3º.-Constante estudio y actualización. “Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente”. Estar al día de la última jurisprudencia y de los cambios normativos, resulta vital para poder ofrecer un mejor derecho.
4º.-Trato al cliente. La intervención inmediata en las necesidades que nos puedan plantear nuestros clientes y, a continuación, la información periódica del estado en el que se encuentra su procedimiento, marcará una clara linde entre su contento o descontento con nuestra labor profesional.
La cercanía y el trato constante con el cliente, hará que se genere un vínculo de confianza entre Abogado-Cliente que supondrá, sin lugar a dudas, que este último encomiende nuevos asuntos a su letrado.
5º.-Siempre, sin excepción, el buen abogado, por encima de su interés económico, respeta los principios éticos y las prácticas que marca nuestro código deontológico, tanto con el cliente como con el compañero. La humildad, siempre le caracteriza.